Cuando Laura Cotton cumplió los cincuenta se propuso desechar todo maquillaje; como mujer sabia que era, desconfiaba de esos ungüentos que prometen aromas primaverales entrado el otoño de la vida. Pero ocurría algo diametralmente opuesto con su indumentaria; en esa parcela su criterio se perfilaba más trapacero. Hela aquí con la descomunal pamela y gafas de sol que imitaban en la forma a las gigantescas mariposas brasileñas. El albornoz color calabaza, casi fosforescente, cubría parte de su cuerpo bien granado, en cuyas abundancias se hundían plácidamente las costuras del bañador, como el cuchillo lo hace en una porción de membrillo.
(El suplente del suplente - Xavier Calicó; Quatro, Ed. Folio: Barcelona, 2006)
2 comentarios:
Buen texto, aunque yo hubiese jurado que era la Duquesa de Alba.
Un saludo.
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¡Qué va! Lo que pasa es que usted -como yo- lee demasiadas revistas del corazón.
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