Sentado en un hondo sillón de cuero junto a la chimenea, con los ojos cerrados, escuchaba una cantata de Bach envuelto todo él por el humo aromático de un Davidoff y por el perfume de un viejo Armagnac que ascendía de la copa calentada con la palma de su mano.
(El suplente del suplente - Xavier Calicó; Quatro, Ed. Folio: Barcelona, 2006)
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