Y del mismo modo que el catador de vinos disfruta saboreando sin prisas una copa de Mouton Rotschild del 82, así, también, el lector sensible a la buena literatura apreciará en la novela "El suplente del suplente" ese calor especial que sólo irradian las obras de culto.
jueves, 7 de mayo de 2009
ANÓNIMO VENECIANO
A unos cinco metros de la pareja, el pequeño violinista se esmeraba en su arte. Cada una de las vicisitudes del alma de Anónimo veneciano podían detectarse en el rostro del maestro Khlebnikov.
-Sir -de repente Baxter se sintió incómodo-, William Wellesley... no se lo dije por teléfono, pero hace dos años que dejó de pintar.
-Entonces, ¿qué hace ese muchacho en Nueva York, cuando desde Oregón su familia dirige un imperio?
-Las últimas noticias, Sir -Baxter estaba terriblemente apenado por Sir Alfred-, según me ha confirmado la agencia Updiket & Lemm... repito, Sir, que puede existir un error en sus datos...
-¡Diantre, Baxter! ¿Quiere aclarar de una vez qué hace ese muchacho?
El violinista dejó de tocar y se lo quedó mirando con los ojos muy abiertos.
-Muy bien, Sir: William Wellesley se dedica ahora a dibujar chistes.
(El suplente del suplente - Xavier Calicó; Quatro, Ed. Folio: Barcelona, 2006)
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