Laura Cotton apuró el último trago, con el deseo de que el alcohol le subiese lo antes posible a la cabeza y evitar así los recuerdos de aquella época pasada donde su vida sexual había sido radiante. Sus ya lejanos escarceos, en los que se vio involucrada tras la muerte de Roger J. Cotton, no le parecían ahora cómicos, sino patéticos. De hecho sintió un gran alivio cuando dejó atrás esa faceta engorrosa que sólo problemas absurdos podría aportarle, buscando, no un año sabático, sino el retiro sexual, la jubilación definitiva.
(El suplente del suplente - Xavier Calicó; Quatro, Ed. Folio: Barcelona, 2006)
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