Pese a los importantes altibajos que sufría su vida amorosa imaginaba, como en su poema preferido, que él no pertenecía al grupo de aquellos que llaman a la puerta de las mujeres con los nudillos, tímidamente, sino de esos que irrumpen en sus vidas destrozando los goznes y marcándolas para el resto de sus días.
(El suplente del suplente - Xavier Calicó; Quatro, Ed. Folio: Barcelona, 2006)
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