Se conocieron en una recepción íntima ofrecida por el duque de Kent. Cohen no era joven, quizá sobrepasaba los cuarenta años; Emma, en cambio, acababa de cumplir los veinte. No cruzaron ni una palabra, por lo que su extrañeza fue enorme cuando al día siguiente ella recibió un ramo de rosas, junto a una tarjeta en la que únicamente se leía, impreso en caligrafía inglesa, el nombre de Sir Alfred Cohen. Y así, durante semanas aparecieron invariablemente idénticos ramos de flores a la misma hora de cada día, hasta que su madre, intrigada, le confesó: "Nunca he presenciado en mi vida una forma tan aburrida de hacer la corte".
(El suplente del suplente - Xavier Calicó; Quatro, Ed. Folio: Barcelona, 2006)
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